Al conmemorar el Día Internacional de la Mujer en 2016, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reafirma su compromiso inquebrantable con la igualdad de género y el empoderamiento de los cientos de millones de mujeres y niñas en todo el planeta que han abandonado sus hogares, ya sea por la fuerza o por elección, muchas veces en busca de una vida mejor. Al igual que los demás migrantes, estas mujeres y niñas requieren nuestra atención y deben estar en el centro de nuestra agenda mundial para el desarrollo.
El tema oficial escogido por las Naciones Unidas para la conmemoración del Día Internacional de la Mujer este año “Por un planeta 50-50 en 2030: Demos el paso por la igualdad de género”, promueve una visión audaz para cerciorarse de que la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y los derechos humanos de la mujer sean primordiales en la consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada recientemente.
Esta Agenda, que consigna 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), reconoce no solamente la inherente necesidad de proteger los derechos de las mujeres y niñas sino también que la protección de esos derechos fomentará la posibilidad de que efectúen una contribución significativa al desarrollo sostenible.
En nuestro empeño por alcanzar los ODS, es fundamental asegurarnos de que su aplicación abarque tanto a las mujeres y niñas que han emigrado como a aquéllas que permanecen en sus comunidades de origen.
Los ODS hacen hincapié en la igualdad, el empoderamiento y la integración, sin discriminación de género, raza, etnia u origen. La aplicación de los ODS a todas las personas es consecuente a lo largo de los 17 objetivos. Es más, los principios de igualdad, empoderamiento e inclusión se enuncian explícitamente en el ODS 5 relativo a lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas, y en el ODS 10 que se refiere a la integración social, económica y política para todos.
Las metas en sí son ambiciosas y admirables. También formulan importantes planteamientos en lo que atañe a la igualdad.
El primero es que la consecución de la igualdad y el empoderamiento no sólo es importante de por sí, sino que además tiene un componente cíclico. La ampliación del acceso a los recursos y oportunidades para las mujeres y niñas migrantes contribuye al desarrollo sostenible, lo que a su vez trae consigo mayores oportunidades para ellas.
Así pues, al establecer los lazos entre el género, la migración y el desarrollo, debemos tener presente la manera en que las cuestiones de género y migración pueden repercutir en el desarrollo y también cómo el desarrollo puede incidir en las cuestiones de género y migración.
La manifestación más atroz de la desigualdad de género es la violencia de que son objeto las mujeres y niñas y a la que están completamente expuestas las mujeres y niñas migrantes. Esta violencia, por ejemplo, la violencia en el hogar y el matrimonio forzoso, puede propiciar la migración de mujeres y niñas.
Otro de los mayores retos y uno de los más preocupantes a lo largo de la ruta de la migración, es la violencia sexual. En las comunidades anfitrionas, varios obstáculos de orden jurídico, lingüístico, económico, cultural y otra índole pueden acrecentar la vulnerabilidad de las mujeres y niñas a la violencia y a la explotación, particularmente cuando están indocumentadas o dependen de familiares y empleadores.
Muchas mujeres y niñas migrantes también padecen otras formas de violencia, a saber, ciertas prácticas culturales dañinas como la mutilación genital femenina, transpuestas de las comunidades de origen a las comunidades anfitrionas. Ahora bien, para los millones de mujeres y niñas que son víctimas de la trata, la violencia es una alarmante causa de su migración. Más grave aún, la prevalencia de la violencia hacia las mujeres y niñas migrantes suele ahondar las desigualdades de género.
El segundo planteamiento concierne el carácter interseccional de la igualdad. A fin de comprender plenamente las ventajas y desventajas particulares que experimentan las mujeres y niñas migrantes, cabe considerar cómo interceden los factores personales unos con otros en lugar de considerarlos individualmente.
En ese contexto, cabe tener en cuenta la importancia del acopio de datos desglosables tanto sobre cuestiones de género como sobre la situación migratoria. A pesar de la carencia de datos desglosados sistemáticamente, sabemos, gracias a diversos estudios de investigación, que las mujeres migrantes se enfrentan a toda una miríada de retos.
Por ejemplo, en muchos contextos y por diversas razones, las mujeres migrantes suelen ser las más afectadas por el desempleo, el subempleo, la descualificación en comparación con los hombres migrantes y también con los hombres y mujeres que no emigran.
Es más, para muchas mujeres migrantes, la exigüidad de la familia y las redes sociales en la comunidad anfitriona genera una creciente doble carga en lo que atañe a las funciones reproductivas y productivas a las que no están expuestas otras categorías sociales.
Estos ejemplos pueden exacerbar las desigualdades entre las mujeres y los hombres migrantes y entre las mujeres migrantes y aquéllas que no emigran. Si bien las cuestiones de género y la situación migratoria son dos factores que desempeñan un papel preponderante en este contexto, cabe tener en cuenta otros factores como la edad, la raza, la etnia, la orientación sexual, la identidad de género, la clase social y la capacidad.
Los ODS son un paso determinante en la buena dirección de cara a nuestra aspiración de que el desarrollo sostenible sea una realidad mundial. Por ello, es evidente que las consideraciones de género y de migración son imprescindibles en la agenda mundial de desarrollo con miras a la consecución acertada de los ODS.
Como se desprende de lo antedicho, muchos de los retos que se plantean de cara al desarrollo afectan y se ven afectados por las experiencias y preocupaciones de las mujeres y niñas migrantes. Sólo se podrá erradicar la violencia y la discriminación, acrecentar las oportunidades económicas y educativas alcanzar la igualdad global, que comprenda la igualdad de género, mediante la plena integración de las mujeres y las niñas migrantes en la ecuación del desarrollo.