Cuando las personas desaparecen en viajes migratorios, su desaparición tiene efectos resonantes sobre cualquier persona con la cual tenían vínculos afectivos o que dependían de ellas. Algunas de las implicancias de semejante pérdida pueden verse exacerbadas por formas de inequidades de larga data basadas en el género.
“Yo estaba embarazada de cinco meses cuando él partió a Sudáfrica. Tras cuatro meses di a luz; él se fue de Etiopía… verdaderamente no sé cómo voy a criar a mis hijos. Vendí todo lo que tenía para conseguir información y hacer llamadas internacionales a sus amigos, parientes e incluso a veces a los intermediarios. Ahora los prestamistas me están diciendo que les devuelva el dinero de acuerdo a lo acordado o tomarán mi tierra. Inicialmente pensamos que mi marido les iba a devolver el dinero que pedimos prestado [después de que] él regresara de Sudáfrica”. (Mujer cuyo marido desapareció en su viaje migratorio a Sudáfrica).
En 2020, el Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre la Migración de la OIM (GMDAC de la OIM) llevó a cabo investigaciones en Etiopía, España, Reino Unido y Zimbabue con el objetivo de conocer el modo en el que las personas que tienen parientes migrantes desaparecidos deben enfrentar su ausencia mientras buscan activamente respuestas, y cómo los gobiernos y otros actores podrían apoyarlos mejor en sus esfuerzos. Un descubrimiento clave de la investigación es que el género modela las experiencias de las personas en la búsqueda de esos seres queridos y de cómo pueden manejar las ausencias de las personas que han desaparecido en sus trayectos migratorios, junto a otros factores como la identidad étnica, racialización, estado de ciudadanía/inmigración, clase, sexualidad, capacidad, idioma o religión.
Experiencias de las mujeres que han emprendido búsquedas
Las conversaciones con las familias en los cuatro países han revelado el modo en el que las percepciones de género pueden crear barreras y desafíos para las personas que emprenden la búsqueda, lo cual coloca de manera consistente a las mujeres en una situación de desventaja.
Por ejemplo, las decisiones acerca de cuándo, dónde y cómo buscar a los parientes desaparecidos son a menudo condicionadas por normas de género. Las percepciones estereotipadas e influenciadas por el género de las mujeres que son excesivamente emocionales, sensibles o frágiles a menudo limitan su acceso a la información y su nivel de toma de decisiones en relación a la búsqueda. Dentro de las familias y comunidades, los hombres con frecuencia toman decisiones para restringir el volumen de información relativa a la búsqueda compartido con las mujeres, en un intento por “reducir su sufrimiento” o “protegerlas”. Esto no solamente obstaculiza la comunicación, sino que ocurre que se pierden las perspectivas, necesidades y prioridades de esas mujeres. Omar [2] por ejemplo, que ha estado buscando a su hermano mayor perdido en su viaje a España, nos contó que: “Hay momentos en los que yo necesito retener información y no compartirlo con mi madre para protegerla. […Porque] ella llora con frecuencia, en fechas importantes lo recuerda mucho”.
Las mujeres también nos han contado que debieron enfrentar limitaciones o restricciones para el acceso a espacios sociales donde podían realizar una búsqueda, puesto que estos con frecuencia eran espacios dominados por hombres. Este tema se hacía evidente en las reflexiones de Munish acerca de la búsqueda de su hermano, que desapareció en su viaje hacia el Reino Unido: “Contamos con una asociación y a veces yo quiero recurrir a ella y hacer algunas preguntas. Pero al ser mujer, no es tan sencillo porque normalmente son los hombres los que van a las reuniones. […] A las mujeres no se les prohíbe ir a las reuniones, pero es complicado. […] La comunidad no ve con buenos ojos que las mujeres se mezclen con los hombres de esta manera, así que las mujeres en general, no lo hacen.”
Las experiencias de las mujeres que sufren de precariedad socioeconómica también afectan su participación en el proceso de búsqueda. Muchas mujeres con las cuales pudimos hablar tienen empleos con salarios bajos e inestables, a menudo un estatus migratorio inseguro y problemas socioeconómicos, los cuales limitaban su capacidad para la búsqueda de sus seres queridos. Asimismo, no tenían suficiente tiempo para participar en las búsquedas a consecuencia del trabajo, de los deberes de cuidados o familiares a su cargo, y esta precariedad también aumentaba su proximidad a la violencia sexual y basada en género. Algunas mujeres compartieron experiencias de acoso sexual y de demanda de sexo a cambio de asistencia en las búsquedas que emprendían. Habibi, una mujer paquistaní en el Reino Unido, que estaba buscando a su madre y a tres hermanas, fue sexualmente atacada por hombres que le habían prometido ayudarla en su búsqueda: “[…] Dijo que podría ayudarme con la búsqueda. Me invitó a su casa para que pudiéramos usar su computadora y enviar mensajes. Y así fue como ocurrió. Él y un amigo de él me atacaron”.
Las mujeres se ven impactadas de forma desproporcionada por los costos financieros de la búsqueda de sus seres queridos, repatriar sus restos y devolver la deuda que contrajeron sus parientes para poder viajar. Una mujer cuyo marido desapareció en su travesía migratoria a Sudáfrica nos contó que: “Me quedé sola con mis hijos a los cuales debía alimentar. Me quedé con la deuda que contrajimos para que él pudiera costear su viaje […]. Quiero dar de comer a mis hijos. Quiero mandarlos a la escuela. Pero, ¿cómo puedo hacerlo sola?”
Además del daño emocional sobre los seres queridos, no contar con una prueba legal de la desaparición o muerte puede tener terribles consecuencias cuando se trata de obtener el apoyo estatal o la custodia de los hijos (y puede incluso ser una barrera para la reunificación con los miembros de las familias en otros países), volver a casarse y acceder a derechos de propiedad o de herencia, dada las tradiciones y costumbres que le dan privilegio a los hombres. Una mujer en Etiopía, de cuyo marido no se tenían noticias tras su partida, nos dijo: “No puedo hacer nada con la propiedad o con mis derechos de herencia sobre el terreno hasta tener prueba fehaciente de la muerte de mi esposo. De acuerdo con la tradición, sus hermanos serán quienes controlarán la tierra. No puedo ir a los tribunales y luchar contra ellos”.
Las mujeres (y en particular aquellas cuyos maridos han desaparecido) pueden tener que enfrentar estigmatización a nivel social relacionada con la ausencia de sus parientes. En Etiopía, la muerte o desaparición del marido a menudo se atribuye a la “mala suerte” de la esposa que se quedó en casa. En el Reino Unido las mujeres informaron acerca de presiones sociales para seguir siendo fieles a sus parejas que habían desaparecido, pero a la vez recibían críticas si se quedaban solas o seguían por su cuenta por demasiado tiempo, en especial si aún estaban en edad reproductiva. Los hombres cuyas esposas no habían desaparecido no informaron haber experimentado este mismo nivel de presión social.
“Es muy complicado para mí ser madre soltera. Han pasado ya cinco años desde que la gente me empezó a decir que lo olvidara y me buscara otro hombre antes de que fuera demasiado tarde para tener más hijos”, explicó Emeka, cuyo marido desapareció en su viaje migratorio rumbo al Reino Unido.
Se necesita un enfoque más Inter seccional y más sensible al género para las familias de los migrantes desaparecidos
No hay duda de que los impactos de la muerte y desaparición en el contexto de la migración aumentan la vulnerabilidad y los desafíos que ya enfrentan quienes han perdido seres queridos. Sin embargo, entre las personas que han sido entrevistadas para esta investigación, los hombres eran mayoría entre quienes se informaban como muertos o desaparecidos, lo cual quiere decir que las mujeres con frecuencia llevaban adelante la búsqueda a la par que cumplían con otras obligaciones sociales. Esta investigación demostró el modo en el que las mujeres recurren a sus pares para pedir ayuda, creando redes informales de cooperación y defendiendo los derechos de las personas desaparecidas.
Pero no pueden hacerlo solas. Se necesita un apoyo más Inter seccional y sensible al género de parte de los Estados, las organizaciones internacionales, las ONG, a fin de ayudar a las personas que emprenden la búsqueda de los seres queridos que han migrado y desaparecido y para poder manejar los impactos a largo plazo de la pérdida.
[1] Kate Dearden y Marta Sánchez Dionis trabajan como Oficiales de Proyecto en el Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre la Migración de la OIM (GMDAC) en el Proyecto Migrantes Desaparecidos.
[2] Hemos usado seudónimos para proteger la privacidad de las familias.