Chisinau – El lunes 10 de octubre, Varvara Zhluktenko, responsable de comunicación para la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Ucrania, partió desde Kyiv para asistir a un taller de tres días en Chisinau. En las primeras horas de la mañana de ese mismo día, el ejército ruso inició un bombardeo masivo de ciudades ucranianas, entre ellas Kyiv. Afortunadamente, tras 16 horas de autobús, Varvara pudo llegar a Chisinau y reunirse con sus colegas procedentes de los Balcanes, el Cáucaso, Asia Central y Belarus. La voluntaria de la OIM Elena Vapnichnaia pudo hablar con ella.
EV: Te fuiste de Kyiv el lunes 10 de octubre. ¿Cómo empezó tu día? ¿Cómo llegaste a Moldova?
VZ: Mientras mi colega y yo esperábamos la partida del autobús que nos llevaría a Chisinau, empezamos a escuchar el sonido de lo que en estos días llaman una “llegada”. Mi primer pensamiento fue que tal vez estaban descargando algo del autobús que estaba al lado y que eso era lo que hacía tanto ruido. Pero no, no era eso. La gente salía corriendo del autobús, se alejaba y leía las noticias: sin duda se trataba de otro ataque con misiles sobre Kyiv que estaba ocurriendo justo en ese momento. Intentamos decidir qué hacer: correr rumbo a casa, o a pesar de lo que estaba ocurriendo, seguir con el viaje de trabajo. Y afortunadamente conseguimos llegar. En el camino pudimos ver toda la humareda que en la ciudad iba subiendo hacia el cielo – ahora ya sabemos que aquel día hubo varios ataques.
EV: Obviamente sabemos que éste no fue el primer bombardeo de Kyiv. Me pregunto cómo pueden trabajar en semejantes condiciones.
VZ: Bueno, para poder trabajar en esas condiciones es necesario conservar la calma y recurrir a algunos pilares internos y externos en los cuales apoyarse para no ser vencido por el pánico o sucumbir a la depresión. Es muy difícil para todos. El concepto de seguridad y de protección en Ucrania es ahora muy relativo casi en todas partes. Sabemos que hay gente que actualmente está mucho peor que nosotros, porque sus casas han sido destruidas y sus ciudades están sufriendo bombardeos todo el tiempo. Mucha gente no tiene la opción de irse, o tal vez pueden irse pero apenas con lo puesto, y sin saber muy bien hacia dónde. Todas estas personas necesitan apoyo.
EV: Todos nosotros hemos dialogado con refugiados ucranianos y también con las personas que los ayudan aquí en Moldova. Los vemos como periodistas y ciertamente sentimos gran empatía y compasión. Pero en tu caso, esas personas también son tus compatriotas. ¿Fue más difícil para ti trabajar en esta situación?
VZ: Yo creo que una catástrofe humana de semejantes dimensiones no puede dejar a nadie indiferente. Por ende considero que nuestros colegas – con independencia de su ciudadanía o nacionalidad – deben haber estado profundamente conmovidos por las historias que escucharon en el centro colectivo para refugiados ucranianos en Chisinau.
Lo que hace que esta situación sea tan especial es que por mucho tiempo las personas en Europa creían que las guerras, los bombardeos, la pérdida de las posesiones y propiedades, la muerte de los seres queridos, el no saber qué va a ocurrirte mañana –si vas a tener trabajo, si vas a poder comprar comida, si vas a poder acceder a medicamentos y si vas a tener salud, o simplemente, si vas a seguir con vida– eran todas cosas que podían ocurrir en lugares muy lejanos y no en Europa. Y la actual guerra ha demostrado que un conflicto bélico puede afectar a cualquiera. Y por supuesto, para nosotros, en el caso del personal de la OIM en Ucrania, todo es especialmente doloroso y nos afecta mucho.
EV: ¿Y qué sientes ahora, al retornar a tu hogar? ¿Qué te espera allí?
VZ: Mi familia y mi trabajo. De hecho, fue muy positivo poder pasar estos días fuera de Ucrania, rodeada de colegas de Europa Oriental y Europa del Sudeste, porque lo que la Organización Internacional para las Migraciones está haciendo ahora no son simplemente intervenciones focalizadas específicas. Por el contrario, adoptamos un enfoque global. Y así es como debe ser dada la situación actual en la que todo está tan conectado, cuando hay un nivel de movilidad tan alto y sin precedentes. También interactuar con los colegas, compartir nuestra experiencia y comprender que todos estamos trabajando en pos de un mismo objetivo –asegurarnos de que la situación en Ucrania no desaparezca de la portada de los periódicos, de las pantallas de televisión, que las historias sigan siendo tendencia en las redes sociales . Comprender las cosas de esta manera es muy importante. Porque desgraciadamente la situación no va a terminar mañana, ni siquiera el mes próximo. Nadie sabe cuándo las cosas se van a normalizar. Y justamente por esa visión a largo plazo es particularmente importante mantener un enfoque unificado y un trabajo conjunto de los profesionales de la comunicación de toda la región.
EV: ¿Podrías hacer un resumen de lo que la OIM está haciendo exactamente en Ucrania y qué otras cosas podría llegar a hacer? Sospecho que tu trabajo ha cambiado muchísimo. ¿Cuáles son tus prioridades en este momento?
VZ: Antes que nada, la Organización Internacional para las Migraciones, por supuesto, brinda asistencia de emergencia. Tal asistencia incluye la entrega de productos de higiene, asistencia psicológica de emergencia, y equipos médicos móviles, tanto en la zona oriental como occidental [del país], en aquellos lugares en donde hay muchas personas desplazadas internamente. También se brinda asistencia financiera que permite a las personas decidir por sí mismas cuáles son sus necesidades más urgentes y en qué van a gastar ese dinero.
Asimismo, nuestra línea para llamadas de emergencia para una migración segura y para luchar contra la trata de personas sigue en funcionamiento y en este momento está muy activa. Es muy importante poder brindarle a la gente información actualizada debidamente verificada.
Pero en esta situación sin precedentes, además de brindar una respuesta de emergencia, también intentamos pensar en el futuro – porque las personas en Ucrania ahora más que nunca necesitan esperanza y confianza en el futuro – tal vez no para pasado mañana, pero al menos para mañana. De modo que logramos conseguir fondos para los programas que brindan apoyo a los pequeños negocios de personas desplazadas – las que se vieron forzadas a llevar su producción hacia regiones occidentales del país, más seguras, y negocios que ahora están intentando recuperarse en las zonas en las que el control de parte del Gobierno de Ucrania pudo ser restaurado.
Es muy importante que las personas tengan una ocupación, que puedan crearse nuevas fuentes de trabajo, y que puedan ofrecer empleo a los demás. Y seguimos comunicándonos con los donantes para ayudar a Ucrania a encontrar soluciones a los problemas de vivienda. Los centros colectivos son una solución pasajera, pero urge restaurar el sistema de viviendas destruido por la guerra. Es necesario encontrar soluciones a largo plazo en esas regiones. Primero y antes que nada es la zona oeste de Ucrania la que necesita esas soluciones pues allí es adonde han llegado muchas personas desplazadas internas. Muchas querían realmente quedarse allí y encontrar trabajo y lo han logrado. Pero realmente urge encontrar alternativas a los centros colectivos.
Esta entrevista, realizada por la Voluntaria de la OIM Elena Vapnitchnaia, fue publicada por primera vez en el sitio web de Noticias de las Naciones Unidas en ruso