Ginebra, 2 de noviembre de 2021– Me gustaría plantear un argumento relativamente simple respecto de la tarea de legislar: Es necesario que los legisladores a cargo de formular políticas se dejen los anteojos de lectura puestos.
Soy consciente de que este es un blog sobre migración y no sobre cuidados optométricos por lo cual les pido que me permitan explayarme un poco más sobre esta cuestión.
Mi madre hace poco tiempo se sometió a una cirugía ocular en la que los cirujanos colocaron lentes de contacto permanentes en su córnea. Esta nueva tecnología tiene una función dual pues sirve para corregir por un lado su presbicia y por el otro su miopía; ahora ella podrá ver tanto los objetos que están lejos como los que están cerca. Esto hizo darme cuenta de que los desafíos que mi madre tuvo que enfrentar con su visión son muy parecidos a los de los legisladores. Quienes tienen a su cargo la tarea de formular políticas deben diseñar planes a largo plazo y desarrollar programas para grandes segmentos de población, sin dejar de tener en cuenta las vidas humanas individuales a las cuales pueden impactar con su accionar. Por ende deben lograr un equilibrio perfecto de la visión a corta distancia como cuando miren un poco más allá.
La migración es un ejemplo perfecto para ilustrar este punto. Cuando se discute la formulación de políticas, con frecuencia pensamos en las responsabilidades que los migrantes tienen respecto de sus comunidades de acogida contraponiéndolas a las obligaciones que respecto de ellos pesan sobre los gobiernos que los reciben.
En relación a las responsabilidades de los migrantes, una visión de futuro debería poner de relieve los desafíos en relación a la integración de los recién llegados a la comunidad de acogida. Tras grandes flujos migratorios ocurridos en un país dado, es común escuchar críticas acerca del ritmo supuestamente lento en que los recién llegados aprenden el idioma oficial del lugar de acogida, o sobre el hecho de que la tasa de desempleo en el país de acogida sube por tales llegadas. Sin embargo, una visión más cercana de la cuestión permitiría destacar el hecho de que los recién llegados son personas con sus propias luchas, aptitudes y aspiraciones. Esta visión cercana ayudaría a tener presente el sentimiento triunfante que todo el mundo experimenta cuando pide comida por primera vez en un restaurant en el nuevo idioma aprendido, o el enorme orgullo de ver al propio hijo o hija graduarse en la escuela secundaria con notas que podrían llegar a poner celosos a los padres nativos. Estas pequeñas historias individuales merecen su espacio en las discusiones públicas sobre políticas migratorias puestos que son algunos de los indicadores de éxito más relevantes.
Niñas de Bután concurren a una escuela en un campamento en Nepal. Foto: OIM/ Kari Collins
Ahora bien, miremos la cuestión desde otro lugar y pongamos el foco en las obligaciones del gobierno hacia los migrantes. Por muchos años las políticas migratorias han sido observadas a través del prisma de la vulnerabilidad de los migrantes. A menudo pensamos en la importancia de incluir provisiones para los migrantes en los programas sociales del gobierno, o de la importancia específica que revisten los migrantes que han hecho un viaje muy peligroso para poder llegar a destino. Si bien tiene una gran importancia, la perspectiva de la vulnerabilidad es solamente una cara de la moneda. Cuando empezamos a poner el foco en las historias individuales en el tiempo, nos damos cuenta de que nuestra compasión puede a menudo ser complementada con agradecimiento. Agradecida es como mi madre se sintió cuando su cirujano óptico vietnamita corrigió exitosamente su problema de visión en Canadá. Habiendo crecido en ese país, fue así también como yo me sentí cuando el profesor universitario rumano que había llegado a Canadá poco tiempo atrás, me abrió los ojos a problemáticas vinculadas a los derechos de las minorías, a los cuales ahora yo dedico mi propia carrera. Lo mismo puede decirse del negocio familiar portugués ubicado en los suburbios de Montreal en el que me ofrecieron mi primera oportunidad profesional. A menudo descubrimos que las personas por las cuales sentimos compasión serán más tarde las mismas personas merecedoras de nuestra mayor gratitud. Con estos ejemplos anecdóticos, el punto que intento ilustrar es la importancia de contar con respuesta integral a problemáticas que ganan en riqueza cuando las enfocamos tanto desde cerca como con una visión de futuro.
Una de las herramientas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que promueve este enfoque es el programa de Indicadores de la Gobernanza Migratoria (IGM). Por un lado, los IGM permiten una visión a futuro ayudando a los legisladores a que reflexionen acerca de cuán exhaustivas deberán ser sus medidas sobre políticas migratorias como para poder responder a realidades cada vez más complejas. Por el otro, con sus 94 indicadores, los IGM ayudan a los legisladores a focalizarse más en cuestiones migratorias específicas de particular relevancia en su contexto y que por ende promueven un enfoque más cercano. En el tiempo, los IGM han permitido que países como Camboya incluyan nuevas provisiones relacionadas a los migrantes en sus políticas sanitarias. Esto es crucial, sobre todo en el contexto de la actual pandemia, que nos ayuda a comprender el impacto que la salud de un individuo puede tener sobre la sociedad en su totalidad. También ha ayudado a Moldavia a adoptar nuevas provisiones para alentar las inversiones de la diáspora en el país, lo cual ayudará a aumentar el desarrollo socio económico del país y alimentará el sentimiento de pertenencia de los miembros individuales de la diáspora que desean devolver algo a sus comunidades de origen. En San Pablo (Brasil) el proceso de los IGM ha apoyado el desarrollo del Plan Municipal de Políticas para Inmigrantes (2021–2024), el primero de su clase en Brasil. El plan incluye medidas concretas, sobre todo en lo relacionado a viviendas – una de las necesidades básicas más importantes para el propio bienestar que a la vez da forma a las comunidades en las cuales interactuamos cotidianamente. Personalmente siento un gran orgullo de trabajar en un programa que alienta los cambios en las políticas que van a tener un impacto concreto en las sociedades y también en las vidas humanas individuales.
Un médico de la OIM realiza un control de la vista a un hombre de nacionalidad siria en una clínica sanitaria móvil en el Gran Cairo. Foto: OIM/Pedro Costa Gomes
En conclusión, es importante que los legisladores puedan tener una visión a futuro, que tengan objetivos de alto nivel y que trabajen en pos de sociedades más inclusivas y prósperas. Pero esto no será posible si no se tienen en cuenta las complejas vidas individuales, las luchas y los sueños, que con frecuencia los tenesmos justo frente a nosotros. Por este motivo es que les estoy pidiendo a los legisladores que siempre tengan a mano sus anteojos de lectura.