Debido a la falta de opciones para migrar de forma segura y regular, miles de etíopes se van del país año tras año usando canales irregulares para llegar a destinos en el norte de África y Europa, los Estados del Golfo y el Sur de África. Estos viajes son a menudo muy peligrosos, y se cree que miles de ellos han fallecido o desaparecido debido a violencia, accidentes vehiculares, naufragios o la falta de acceso a medicamentos, albergues o alimentos a lo largo del camino.
Las madres, padres, parejas, hermanos y hermanas, hijos e hijas y otros parientes de estos migrantes reciben poca atención política o pública.
La investigación que hemos realizado pone de manifiesto cómo una vida desaparecida o perdida puede tener un impacto sobre otras vidas, y que estos efectos pueden ser de gran alcance y durar para siempre.
La pérdida ambigua experimentada por personas que no conocen el destino que han corrido sus seres queridos puede ser verdaderamente impactante. Por la desaparición de un pariente, las familias con las cuales hablamos en Etiopía indicaron haber experimentado una amplia gama de problemas físicos, psicológicos y de comportamiento – que fueron desde la ansiedad, la depresión, la desesperanza, el estrés, la tristeza y la soledad, hasta dificultad para conciliar el sueño, incapacidad para poder concentrarse, pérdida del apetito y parálisis. Algunos también informaron que en su familia había integrantes que intentaron suicidarse tras la desaparición o muerte de sus parientes en viajes migratorios, vencidos por la desazón de haberlos instado e incluso presionado para que emprendieran esas travesías tan peligrosas.
Si bien tales experiencias son comunes en otras situaciones en las que las personas desaparecen (como por ejemplo en ocasión de desastres o conflictos), también nos hemos enterado de los impactos sobre las familias que son más específicos del contexto de la migración internacional.
El hecho de tener un pariente migrante desaparecido provoca impactos financieros significativos. La pobreza y la falta de oportunidades de empleo fueron citadas como importantes factores respecto de por qué los jóvenes de Etiopía eligen migrar en como primera opción. En situaciones en las que ellos desaparecen o mueren, las familias deben confrontar costos asociados con la búsqueda y el manejo de los restos (si los mismos fueran encontrados) y a menudo la deuda contraída con los intermediarios o las redes de contrabandistas. La responsabilidad de seguir cancelando esta deuda a menudo recae sobre las mujeres – las esposas que quedaron atrás. Los medios de subsistencia generales de muchas familias se ven también impactados, ya que con frecuencia esas familias dependían del apoyo económico que sus parientes que migraron se esperara brindaran si sus viajes hubieran sido exitosos. Sus pérdidas se ven agravadas cuando las muertes o desapariciones involucran a varios menores de una única familia.
Un etíope padre de dos hijos desaparecidos recordó:
“Mis hijos eran mi esperanza. Uno falleció durante un movimiento migratorio anterior [viaje]. El segundo fue a buscarlo y también a probar suerte e intentar llegar hasta Sudáfrica. También terminó desaparecido. Fue recién el año pasado que volvió a comunicarse con nosotros tras su llegada a Malawi. Después de eso nunca volvió a llamar. Estoy muriendo por partida doble: [porque] yo los perdí y [porque] perdí toda esperanza. Ellos me ayudaban a arar y a cultivar la tierra. Eran mi orgullo. Eran mi esperanza. Estoy envejeciendo y me siento cada vez más débil. No puedo trabajar. Dependo de mis parientes para el trabajo agrícola, pero ellos solamente pueden ayudarme cuando han terminado su propio trabajo de cultivar la tierra….en la aldea, los hijos cambian las vidas de sus familias a través de la migración. Compran casas nuevas para sus familiares. Compran bueyes para arar el terreno. La vida de todos cambió aquí desde que la migración a Sudáfrica [comenzó]. Pero miren lo que es mi vida, se está convirtiendo en un infierno. No puedo siquiera pagarle al prestamista. Vivo con deudas. Mi esposa está postrada en una cama”.
En todos los países en donde hablamos con personas pertenecientes a familias con miembros que son migrantes desaparecidos, incluida Etiopía, esas personas no fueron víctimas pasivas ni silenciosas. En ausencia de órganos financiados por el estado que abordasen adecuadamente sus necesidades, las familias mismas avanzaron con los casos y desarrollaron sus propias redes y estructuras de apoyo para buscar a los desaparecidos y en dicho proceso, enfrentaron las penurias y las dificultades legales, sociales y económicas que se presentaron.
En Etiopía advertimos que las familias de los migrantes desaparecidos encuentran apoyo en los grupos sociales existentes. Por ejemplo en los Grupos de Cuidados de la Coalición Comunitaria o Community Coalition Care Groups (CCCs), que habitualmente operan en aldeas diseminadas en todo el país, y que han sido efectivos en cuanto a movilizar el apoyo psicosocial y económico de las personas que tienen parientes desaparecidos durante sus travesías migratorias en el sur de Etiopía. Esto incluye la capacitación en habilidades técnicas y vocacionales además de ayudarlos a que comiencen con pequeños negocios, y también a juntar fondos para para pagar los honorarios de las escuelas, comprar insumos y uniformes para niños y niñas cuyos padres están desaparecidos. Los CCCs también abogan por las familias con parientes migrantes para que sean incluidos y para que se les dé prioridad en varios programas gubernamentales de mejoramiento de los medios de subsistencia, como por ejemplo el Programa de Redes de Seguridad Productiva (PSNP).12
Sin procesos específicos establecidos por el estado para la presentación de casos de migrantes desaparecidos en Etiopía, las familias también usaban otro tipo de asociación de la diáspora y de base comunitaria, conocida con el nombre de Iddir, destinada al abordaje de algunas de sus luchas económicas y sociales. Las Iddir dependen de las contribuciones de sus miembros, quienes juntan fondos para minimizar los efectos adversos de impactos o crisis repentinas, incluyendo las desapariciones o muertes de miembros de la familia. En la Zona de Hadiya, las investigaciones detectaron que tras las muertes de migrantes etíopes en Sudáfrica, las Iddir locales con frecuencia cubrían los costos asociados con la repatriación de los restos de la persona. Usualmente los miembros de la Iddir en el lugar de origen también apoyan a las familias de los migrantes desaparecidos y fallecidos cuidando a los menores de la familia y a los ancianos, contratando personal para arar los terrenos agrícolas o reuniendo una fuerza laboral comunitaria al tiempo de la cosecha. Las familias de los migrantes desaparecidos que entrevistamos también dependieron de sus redes de iddir para emprender la búsqueda de sus seres queridos desaparecidos ya que los miembros con frecuencia tienen contactos con facilitadores del contrabando y pueden ayudar a determinar si la persona fue detenida por las autoridades, secuestrada o bien si falleció en ruta.
Las mujeres que trabajan en iglesias y las asociaciones en la región de Hadiya, al sur de Etiopía pueden ser otra fuente de apoyo emocional, por ejemplo a través de servicios de oraciones y reuniones para las familias de los migrantes desaparecidos y fallecidos.
La madre de un migrante desaparecido describió de qué manera ella encuentra consuelo en la iglesia:
“Nuestros compañeros miembros de la iglesia son los que persistentemente me consuelan. Con frecuencia organizan un programa de oraciones. También me aconsejan que siga orando. El pastor de nuestra iglesia también nos ha dicho que nada malo le ocurrirá a nuestro hijo. También me ha dicho que mi hijo volverá, tarde o temprano. Cuando ellos rezaron por mí y escuché esas palabras, me sentí totalmente aliviada. Siempre me aconsejan que piense [positivamente] y que espere lo mejor”.
Estos grupos comunitarios y mecanismos informales de búsqueda están llenando una brecha que el estado deja, ya que en última instancia es responsable de la investigación de los casos de personas desaparecidas y de brindar apoyo a las personas en su búsqueda.
Para una acción significativa en este sentido, es necesario que haya un cambio hacia una comprensión mucho más humanitaria del problema de los migrantes desaparecidos en las discusiones públicas y privadas, y también nuevas formas de cooperación entre las fronteras para la búsqueda de información sobre los migrantes que desaparecen o fallecen. Un paso concreto podría ser que los países que se encuentran a lo largo de los viajes migratorios garanticen visas para los miembros de las familias con parientes que son migrantes desaparecidos, para emprender la búsqueda de sus seres queridos y procurar el cierre de los casos.
Como se pone de manifiesto, la oportunidad de que los nacionales de Etiopía viajen a Libia y a otros países en los que podrían encontrarse sus hijos o hijas desaparecidos, ya sea para buscar información acerca de sus paraderos o para visitar los lugares en donde sus restos finalmente descansan, simplemente no es una oportunidad que esté al alcance de las personas interesadas.
Más de 150 países, incluyendo a Etiopía, se han comprometido con el Pacto Mundial sobre Migración. Si bien los 23 objetivos del Pacto no se pueden lograr de inmediato, se requiere con urgencia una mayor acción en relación al Objetivo 8 de “salvar vidas y emprender iniciativas internacionales coordinadas sobre los migrantes desaparecidos”.
Con el apoyo del Departamento Federal de Asuntos Exteriores de Suiza, el Centro de Análisis de Datos Mundiales sobre la Migración ( GMDAC de la OIM) está llevando adelante un proyecto de investigación cualitativa en cuatro países diferentes con personas que tiene parientes que han desaparecido a lo largo de las rutas migratorias. Nuestro objetivo es comprender más cabalmente cómo los parientes manejan la incertidumbre y la tragedia mientras buscan obtener respuestas activamente y hacer recomendaciones acerca del modo en el que los gobiernos y otros actores podrían apoyar sus esfuerzos con mayor eficacia. Uno de los países del proyecto es Etiopía. Este blog brinda un resumen de algunos de los principales impactos que produce el hecho de tener un miembro de la familia que es un migrante desaparecido y cómo los que han sido dejados atrás se benefician con los sistemas de apoyo de base comunitaria para poder manejar la cuestión. El informe sobre país en su totalidad será publicado en el primer trimestre de 2021.
Los autores advierten que la pandemia de COVID-19 y la violencia en la región de Tigray en Etiopía que estalló en octubre de 2020 están exacerbando los problemas discutidos en este blog y que se identificaron a través de la investigación emprendida por el proyecto. La pandemia ha tenido consecuencias desproporcionadas (negativas) sobre personas que ya se encontraban en una situación de alta vulnerabilidad incluyendo a quienes tienen parientes que son migrantes desaparecidos. Además, es posible que los grupos comunitarios no puedan reunirse y brindarse apoyo mutuo del mismo modo que lo hacían anteriormente, cuando se elaboró esta investigación. Mientras tanto la violencia en Tigray ha expulsado de sus casas a miles de personas, potencialmente derivando en mayores riesgos de separación familiar o decisiones en cuanto a emprender peligrosos viajes migratorios rumbo a otros países.
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