Ucrania – Más de 2,7 millones de ucranianos ya han retornado a sus hogares tras el desplazamiento interno dentro de su país arrasado por la guerra, o desde el exterior. Han regresado, sin dinero en los bolsillos, y han encontrado sus casas en completo estado de destrucción o saqueadas.
Un monasterio de un siglo de antigüedad sirve como un inusual depósito temporal para poder brindar la asistencia humanitaria esencial que estos retornados y otros miles de personas vulnerables necesitan. Tal asistencia ha sido brindada por la Organización internacional para las Migraciones (OIM), y ahora el Padre Vasyl, sacerdote ortodoxo, está preparando su distribución entre quienes más la necesitan.
Miles de mantas, toallas y lámparas solares, y cientos de colchones, recipientes plásticos y bidones tipo Jerry están en camino rumbo a las regiones de Poltava, Dnipropetrovsk, Chernihiv y Sumy.
“Si Dios quiere, el primer transporte que llevará todo esto y se lo entregará a la gente necesitada llegará hoy”, señala el Padre Vasyl.
Me cuenta más acerca del rol de la Iglesia en relación los esfuerzos humanitarios conjuntos. “Trabajamos activamente con nuestros feligreses en el exterior, con otras iglesias en Grecia, en España y otros países. La diáspora de Ucrania en los Estados Unidos y Canadá ha estado también brindando amplio apoyo. Necesitábamos evacuar a todos los niños y niñas enfermos, y nuestros asociados, amigos y feligreses se movilizaron y nos ayudaron a comprar las ambulancias”.
El Padre Vasyl es pastor, pero también trabajador humanitario. Como sacerdote, no le gusta mucho hablar de las necesidades a largo plazo. “Somos creyentes y rezamos para que la guerra termine pronto”, dice.
Como trabajador humanitario, se explaya explicando que: “Día a día la guerra demanda algo diferente. Hace algunas semanas era necesario contar con ambulancias. Ahora hay otras necesidades, en especial en lo relacionado con alimentos y artículos de higiene. Además, como hay una escalada de enfrentamientos, las medicinas faltan en las ciudades y pueblos que han sido ocupados. Los voluntarios asumen riesgos y responsabilidades, juntan medicamentos y van a esos lugares pues las personas tienen grandes necesidades”.
Conversamos en este día soleado mientras los rayos de sol se reflejan en las cúpulas barrocas doradas, uno de los lugares más sagrados para la cristiandad. Le pregunto al Padre Vasyl acerca del destino que correrán los edificios de las Iglesias en las zonas asoladas por la guerra.
“La guerra no elige. Puede ser una iglesia, una casa o un monumento histórico. La guerra lo destruye todo”, dice. “Los sacerdotes fueron tomados como rehenes y torturados, las iglesias fueron dañadas. Hay iglesias históricas, por ejemplo en Chernihiv, que tienen una larga historia, que han sobrevivido a muchas guerras y que ahora están muy dañadas. Esto demuestra nuevamente que lo que se busca es exterminar a Ucrania y su gente”.
Él observa su iglesia y por un momento siente el peso de la historia.
“Podremos sobrevivir a todo esto únicamente si estamos unidos. Podremos vencer todo eso solamente si nos ayudamos mutuamente”, señala el Padre Vasyl.
Desde que la guerra comenzó el 24 de febrero de 2022, la OIM en Ucrania ha adaptado sus proyectos, brindando asistencia humanitaria a las personas desplazadas y a las comunidades afectadas por la guerra, de manera directa pero también a través de una red de contrapartes diversass, incluyendo partenariados de larga duración ya existentes y otros recientes. .
Texto y fotos de Varvara Zhluktenko, OIM Ucrania